Ciudad sin sueño...

“Hay que echar un paso atrás para mirar hacia delante”
Enrique Morente

... y eso es, precisamente, lo que Enrique Morente hizo a lo largo de su trayectoria y en Omega, particularmente: echar la vista hacia atrás y volverse hacia la tradición flamenca más arraigada para, desde el conocimiento, proyectar su obra y su voz hacia un horizonte insospechado de fusión, de matices y riqueza. 



Muchas son las versiones musicales de poetas y poemas de todos los tiempos y muchos son también los cantaores que han puesto al servicio de la poesía la grandeza y el quejío flamenco.

De las numerosas versiones flamencas de poetas españoles (Miguel Hernández, Rafael Alberti e, incluso, Picasso), ninguna trastocó tanto el panorama, la crítica y el sentir flamenco como OMEGA; un monumento imponente, construido desde la inagotable sapiencia del maestro Morente, a partir de textos geniales de Leonard Cohen y del paradigma del surrealismo español, Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca… con la inigualable música del grupo granadino Lagartija Nick.


La unión entre poesía y música es casi tan antigua como las propias producciones; ambas manifestaciones se relacionan de forma casi natural, espontánea y las versiones musicadas de poetas de todos los tiempos son innumerables.

El caso de García Lorca es especialmente significativo, ya que prácticamente toda su obra ha sido musicada por diferentes artistas, con estilos muy diversos que proporcionan a la obra de Lorca una lectura diferente y, en todos los casos, bella y enriquecedora.


Federico García Lorca es, posiblemente, el emblema de la poesía surrealista española, una figura inmortal que ha dibujado todo un universo propio a través de su producción artística; un cosmos lleno de fuerza, muy próximo a la plasticidad de las imágenes, un espacio donde se pueden oler los campos andaluces, pero también el dolor, la oscuridad y la represión española… todo un cosmos fuera del mundo, mezclando el costumbrismo más arraigado a las imágenes más puramente subjetivas, antitéticas y desconcertantes, donde la aureola surrealista se entrevé a cada instante.

Probablemente sea su Romancero Gitano, por su particular musicalidad y por su temática, el poemario más versionado musicalmente. Por ejemplo, el grupo Marea versionó Romance de la Guardia Civil bajo el título “La ciudad de los gitanos”. Fito Páez, por su parte, hizo una bella versión del Romance de la pena negra. Paco Ibañez cantó El jinete muerto y Pata Negra la Baladilla de los tres ríos. El poema Así que pasen cinco años dio lugar a la célebre “La leyenda del tiempo” de Camarón, que con su disco del mismo nombre, rindió un hermoso homenaje al poeta. Muy conocidas son también las versiones de la Nana del caballo grande y la Tarara de Camarón.


 El poeta y cantante Leonard Cohen, amante de la figura y de la sensibilidad lorquianas hasta el extremo (su hija se llama Lorca), a partir del Pequeño Vals vienés, cantó su célebre “Take this waltz”. El poeta canadiense muestra ciertas similitudes con la obra de Lorca y el amor, el sexo, la angustia y la asfixia urbana resuenan en su obra, conocida, reconocida y admirada por artistas de diversa condición. Sus poemas Manhattan, Sacerdotes y Aleluya dan buena cuenta de ello, hasta el punto de que Enrique Morente los integró en su trabajo Omega.


No podemos olvidar que en 1998 Enrique Morente rindió homenaje al poeta en su disco Lorca y que, el mismo año, participó en un disco conjunto, De Granada a la Luna, Doble CD editado con motivo de la celebración del centenario del nacimiento de Lorca, junto a artistas como Compay Segundo, Amancio Prada, Mauricio Sotelo o Martirio.




Sin embargo, el proyecto de Omega rompió con todo lo anterior e, incluso, con lo que vendría más tarde. La construcción de Omega fue larga, laboriosa, consciente, sin precedentes, como la de una catedral. Omega rompió los esquemas del flamenco en general, del flamenco-fusión en particular y puso a la crítica y a los teóricos más puristas (y a los que no lo eran tanto) frente a las cuerdas. El flamenco se rindió a los pies de Morente y a los del propio Lorca, el flamenco-fusión se reinventó y renació y a la crítica no le quedó más remedio que quitarse el sombrero ante tan imponente obra de arte.

“Omega se publicó en diciembre de 1996, pero su origen es anterior. En 1991, Alberto Manzano, traductor y amigo de Leonard Cohen, llamó a Enrique Morente con la idea de hacer un disco de versiones del canadiense en clave flamenca. Aquello se quedó en una semana de trabajo entre Morente, Manzano y Juan Habichuela, que coincidieron en el Mercat de la Música Viva de Vic. Dos años después, aprovechando la gira del disco de The future, Cohen y Morente se conocen en el hotel Palace de Madrid. "No hablamos de Lorca, ni de arte ni de poesía. Yo no sé hablar de esas cosas", le dijo Morente a Bruno Galindo. Unos meses después, el cantaor empieza un trabajo sobre Leonard Cohen. En un miniestudio situado en un sótano cercano a la plaza de la Cebada de Madrid sonaron las primeras notas de Omega.”
Jesús Miguel Marcos para Diario Público, 2 de mayo, 2011.



Sobre la gestación, el rumbo, el desarrollo y el alumbramiento de Omega, recomendamos la lectura de OMEGA: Historia oral del álbum que unió a Enrique Morente, Lagartija Nick, Leonard Cohen y Federico García Lorca.

“¿Qué tiene Omega para hipnotizar a públicos tan diversos? El acercamiento al lado oscuro y surrealista de Lorca y su encuentro con la poesía de Cohen, además de la alianza con el rock de Lagartija Nick, que sirve de detonante y abre el flamenco a texturas desconocidas. A pesar de su gancho entre el público, se trata de un álbum descarnado, que empezó levantando ampollas y acabó siendo considerado como el mejor de la década, si no más. Su impacto y prestigio nunca han dejado de crecer. »



« En el sitio donde el sueño tropezaba con su realidad »
F.G.LORCA, 1910 Intermedio

El disco se abre con el intenso tema de Omega. Sin embargo, Morente empieza la canción usando los cuatro primeros versos de Introducción a la muerte y panorama de los insectos: poema de amor, para comenzar mezclando los motivos más recurrentes y reconocibles de Lorca: la muerte, los insectos y el amor. Se invierte el orden de los versos: tercer y cuarto verso primero y primer y segundo verso después. A continuación, usando el mismo efecto de sorpresa y subversión de un poema tan conocido como Omega:  poema para muertos, Morente canta en tercer lugar  el octavo verso, en cuarto lugar el quinto verso, el onceavo verso aparece en quinto lugar, el segundo verso en sexto lugar y vuelve el onceavo verso, aún con más fuerza. Más tarde, entre música que despega y quejíos flamencos, resuena “cómo doblaron las campanas” que, como un látigo, trae el recuerdo de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías… la música se precipita y es el turno de otro verso de Lorca, tu vienes vendiendo flores/las tuyas son amarillas/las mías de todos los colores, que el propio Morente había cantado ya en la conocida soleá de Charamusco. Después de un tremendo grito, en medio de un profundo silencio, Lagartija Nick se desborda mientras los últimos versos de Omega vuelven una y otra vez en forma de estribillo final.

Introducción a la muerte y panorama de los insectos
Poema de amor

Mi corazón tendría la forma de un zapato
si cada aldea tuviera una sirena.
Pero la noche es interminable cuando se apoya en los enfermos
y barcos que buscan ser mirados para poder hundirse tranquilos.
(…)
Omega
Poema para muertos
Las hierbas.
Yo me cortaré la mano derecha.
Espera.
Las hierbas.
Tengo un guante de mercurio y otro de seda.
Espera.
¡Las hierbas!
No solloces. Silencio, que no nos sientan.
Espera.
¡Las hierbas!
Se cayeron las estatuas
al abrirse la gran puerta.
¡¡Las hierbaaas!!



El pastor bobo ocupa el segundo lugar, en forma de seguirillas adornadas con bajos para dar lugar a la primera letra de Leonard Cohen, Manhattan.
En quinto lugar, la Aurora de Nueva York, con la guitarra de Vicente Amigo.

La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible:
a veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraísos ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.

A continuación, escuchamos Niña ahogada en el pozo, quizá una de las piezas más sorprendentes de este trabajo, por su ritmo acelerado e, incluso, siniestro, por bulerías y con guitarra eléctrica, donde Lorca usó una de las imágenes más asombrosas del panorama surrealista comparando el pozo con “el agua que no desemboca” y que, el propio poeta, escribió inspirado por la muerte de una pequeña niña ahogada.



Morente introduce ahora el poema Adán, que no forma parte de Poeta en Nueva York, sino que se trata de una composición mucho más anterior, de 1922. Sin embargo, en este soneto encontramos también motivos recurrentes en la poética lorquiana y, por tanto, diseminados a lo largo de todo el camino que Omega nos propone.

Árbol de sangre moja la mañana
por donde gime la recién parida.
Su voz deja cristales en la herida
y un gráfico de hueso en la ventana.

Mientras la luz que viene fija y gana
blancas metas de fábula que olvida
el tumulto de venas en la huida
hacia el turbio frescor de la manzana.

Adán sueña en la fiebre de la arcilla
un niño que se acerca galopando
por el doble latir de su mejilla.

Pero otro Adán oscuro está soñando
neutra luna de piedra sin semilla
donde el niño de luz se irá quemando.


 
Vuelta de paseo, poema que abre Poeta en Nueva York y que marca la mitad del disco, significa un hito en el recorrido del mismo. Este poema, característico por la antítesis y el simbolismo, es también uno de los poemas más analizados y recordados de Lorca. Probablemente, sea en esta composición donde el poeta explota, con el máximo de artificios y de imágenes, la angustia y la asfixia urbana. El joven poeta se declara “asesinado por el cielo” y, con tintes muy surrealistas, marcados por la elección del verso libre, presenta la oposición y la lucha entre la civilización y la naturaleza. En Omega, el poema se traduce en una musicalidad sorprendentemente arrolladora; nunca el flamenco había sido tan rockero, ni el rock había sido tan flamenco…


Después del Vals de las ramas, llegamos al siguiente tema de Cohen, Aleluya, para pasar a través de Norma y paraíso de los negros hacia la colosal coronación del disco, Ciudad sin sueño, un monumento de la poética lorquiana, donde música, quejío y poesía se funden en una ecuación con resultados ilimitados.



MORENTE+LORCA= OMEGA



 La Perra


Lorca y la musica

Sobre Omega

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