Los campos magnéticos



  Los campos magnéticos, A. BRETON y PH.SOUPAULT, 1919


 Dado que el Surrealismo se funda sobre el incosciente, el sueño, el libre curso del pensamiento, la asociación libre de ideas, la libertad en sí misma... no podrán existir dos representaciones artísticas iguales, de la misma manera que no hay dos espíritus idénticos; he aquí la amplitud surrealista, he aquí la grandeza de Los campos magnéticos.
Y he aquí, paradójicamente, la extrema grandeza de esta obra, en el momento en el que, precisamente, dos almas unidas por el mismo sentimiento se ponen de acuerdo para crear juntas.
Desde el punto de vista literario, es decir, de la creación literaria o del concepto formal  de la producción escrita que hemos heredado, la elaboración de Los campos magnéticos supone un verdadero cambio y una revolución radical, incluso violenta, con respecto a la forma tradicional de afrontar el ejercicio de la escritura. Se trata, por tanto, de poner en relación dos espíritus diferentes, dos pensamientos distintos ante una misma empresa. Tengamos, pues, en cuenta el carácter particularmente singular de esta tarea. 
A.BRETON y PH.SOUPAULT, M.RAY, 1925
Según André Breton, en el Diccionario abreviado del Surrealismo, "la escritura automática y los relatos de sueños presentan la ventaja de proporcionar elementos de apreciación de gran estilo a una crítica desamparada, de permitir una reclasificación general de los valores líricos y de facilitar una llave capaz de abrir indefinidamente esta caja de múltiple fondo que se llama el hombre" (A.BRETON et P.ÉLUARD, Dictionnaire abrégé du Surréalisme, Paris, José Corti, 2005. Página 4.).
La escritura automática pone al servicio de la producción literaria posibilidades creadoras sin precedentes y con alternativas infinitamente ricas, como el pensamiento humano. Esta técnica a dado lugar a nuevos campos semánticos, así como a nuevos procedimientos expresivos. El Surrealismo puede caracterizarse por el valor acordado a lo irracional y al azar, en tanto que elementos fundadores del arte; sin embargo, hay que señalar que el valor otorgado al inconsciente no implica la desconsideración de las facultades conscientes, si no, la desaparición de su hegemonía. 

Al abordar la lectura de esta obra, la primera impresión que viene a la mente es, normalmente, la de desorden, incluso, la de no comprender nada. Personalmente, la lectura de este libro a supuesto un extraordinario ejercicio de comprensión y de abstracción. La obra demanda enormemente la atención constante del lector y me llega a exigir, además, el esfuerzo de pensar, releer... incluso, de olvidar y reaprender.
La lectura de Los campos magnéticos  puede compararse a un trayecto a través de un laberinto, en el que no existe una salida única, sino numerosas alternativas, diferentes las unas de las otras, enriquecedoras y fructuosas, cada una más interesante que la anterior. 
En primer lugar, y con respecto a este sentimiento perturbador de duda, de incertidumbre, de pérdida en medio en medio de la lectura, me gustaría llamar la atención sobre dos conceptos bastante convenientes. 
Los lingüistas y críticos del siglo XX han definido la obra literaria por aquello que le es realmente específico, por el trabajo sobre el lenguaje, en primer lugar y por la relación que ésta establece con el lector, por otra (Jauss). Es, de la parte de la recepción, dónde tradicionalmente se han buscado los criterios de calidad de una obra cualquiera. La "literariedad" de una obra viene definida, por tanto, por sus innovaciones formales que obligan al lector a replantear las convenciones estéticas a las que su época lo ha habituado; dicho de otro modo, "espacio estético" (écart esthétique) y el "horizonte de espera" (horizon d'attente). (H.R.JAUSS, Por una estética de la recepción, 1978).
Así pues, llego a la siguiente conclusión: esta obra  perturba tanto, ya que su "espacio estético" es enorme con respecto al "horizonte de espera", es decir que, teniendo en cuenta las experiencias personales, así como la relación que el lector establece con la literatura, conocimientos, presupuestos (incluso, prejuicios) y conceptos u ideas, sorprende una obra de tal envergadura, riqueza, complejidad y dificultad. 
En segundo lugar, he llegado a comprender y a asimilar lo que el ejercicio de la escritura automática entraña. significa y persigue. Sin embargo, y visto que que se trata de una obra conjunta, a dos voces (a dos almas), he tenido verdaderos problemas para identificar el carácer de los autores separadamente, para escucharlos a cada uno por su parte, para llegar a una completa comprensión del texto en su conjunto, en este sentido dual. A este respecto, opino que, incluso si la teoría surrealista aconseja dejar libre curso al pensamiento humano, olvidar todo y posicionarse en un estado de completa "inatención", hasta que las ideas vengan, hay que ser capaz de lograrlo. Hay que ser capaz de tener una cierta predisposición, una verdadera sensibilidad, así como una fuerte aptitud. He aquí el motivo de que nadie haya llegado a obtener una obra con este tipo de resultados. Concluyo esta idea, pues, señalando que una obra de una importancia semejante, sólo puede nacer en la época que surgió y de la mano de Breton y de Soupault, una sola y única vez en la vida.
En tercer lugar, hay que señalar que el ejercicio de lectura de Los campos magnéticos, ofrece la posibilidad de acercarse a un texto rico, sabio y, sobre todo, bello. La sintáxis, el léxico y el tono son de una enorme riqueza sorprendente. Ante esta obra, se dibuja en la mente del lector la imagen de un campo magnético, aquella de una explosión de luz y energía, con pequeñas chispas en forma de frases, bellas metáforas...poesía, finalemente, así como de largos párrafos que testimonian de la duración o de la velocidad de la palabra en un momento de creación irrepetible, tan inigualable y único que no encontrará igual. 
 

  Para terminar, retomo la idea de todo aquello que una obra de arte-literartia debe contenes para ser considerada como una obra maestra y concluyo que, si ella debe suponer un choque para el lector, si tiene que romper sus esquemas, obligarle a cuestionarse, a desrollar una lectura activa y cooperativa, Los campos magnéticos es una verdadera obra de arte, de referencia, de innovación y de revolución.

Si un día, Breton y Soupault se propusieron, durante sus largas y febriles noches de creación, elaborar una obra desconcertante, dinámica, cambiante, fascinante... lo consiguieron.


  La perra
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