La puerta del tiempo abierta entre tus piernas

La cefalópoda doble, Hans BELLMER, 1965
Cuando el hombre quiso imitar la acción de andar, creó la rueda, que no se parece a una pierna. Del mismo modo ha creado, inconscientemente, el surrealismo... Después de todo, el escenario no se parece a la vida que representa más que una rueda a una pierna.

G.APOLLINAIRE, Prefacio de Las tetas de Tirésias, 1918

Man RAY
En el Diccionario abreviado del Surrealismo, sus autores proponen esta definición, en forma de frase criptográficamente poética de Hans Belmer, para el término "pierna":

Estas piernas de pqueñas niñas, se entrelazaban de una intangibilidad con la que mi gran Yo de mago se chocaba, rebotando como sus balas.

 Numerosos son los artistas y escritores que sitúan las piernas en el centro de su creación, en tanto que símbolo casi fetichista.
La piernas, o más bien el secreto que esconden entre ellas, han sido siempre el objeto de deseo de una corriente provocadora por definición, siempre en busca de lo prohibido, lo oculto; un movimiento defensor y garante de la libertad sexual, así como del amor y del sexo en tanto que vínculo y vehículo privilegiado de comunicación e intercambio,no sólo físico, sino también espiritual, intelectual y sensorial, entre dos seres.

La feminidad, los tacones altos o los pies desnudos, el erotismo de las medias de seda y los ligueros, la seducción, la sensualidad y el placer... incluso la provocación y la sexualidad.


Pierre Molinier
Tus nobles piernas, bajo los volantes que cazan,
tormentan los deseos oscuros y los excitan,
como dos brujas que hacen
girar un filtro negro en un vaso profundo.

Charles BAUDELAIRE, en Le beau navire; Las flores del mal, 1857.
Chiaroscuro, TH.ZICHY, 1940



Y entre sus piernas donde su víctima se acuesta,
Bajo la crin la negra piel abierta al alzar,
La extraña boca su paladar manifiesta
Pálido y rosa como un caracol de mar.

Stéphane MALLARMÉ, en Una negra; El parnaso satírico, 1864.

Piernas de Lee Miller, Man RAY, 1930


Pobre de mí no puedo vivir en la ignorancia
Me hace falta ver escuchar y abusar
Escucharte desnuda verte desnuda
Para abusar de tus caricias

Por suerte o por desgracia
Conozco tu secreto de memoria
Todas las puertas de tu imperio
La de los ojos la de las manos
De los senos y de tu boca donde toda lengua se funde

Y la puerta del tiempo abierta entre tus piernas
La flor de las noches de verano en los labios del rayo
En el umbral del paisaje donde la flor ríe y flora
A la vez que guarda esa palidez de perla muerta
Dando tu corazón abriendo tus piernas

Eres como el mar acunas las estrellas
Eres campo de amor unes y separas
Los amantes y los locos
Eres el hombre el pan la sed la alta ebriedad

Y el matrimonio último entre sueño y virtud.

Paul ÉLUARD, Preparado para los besos resucitadores 
Chiaroscuro, TH.ZICHI, 1940
 
De tus caderas a tus pies
quiero hacer un largo viaje.
       
Soy más pequeño que un  insecto.
       
Voy por estas colinas,      
son de color de avena,
tienen delgadas huellas
que sólo yo conozco,
centímetros quemados,
pálidas perspectivas.
       
Aquí hay una montaña.
No saldré nunca de ella.
¡Oh qué musgo gigante!
¡ Y un cráter, una rosa
de fuego humedecido!
       
Por las piernas desciendo
hilando una espiral
o durmiendo en el viaje
y llego a tus rodillas
de redonda dureza
como a las cimas duras
de un claro continente.
       
Hacia tus pies resbalo,
a las ocho aberturas,
de tus dedos agudos,
lentos, peninsulares,
y de ellos el vacío
de la sábana blanca
caigo, buscando ciego
y hambriento tu contorno
de vasija quemante!

Pablo NERUDA, El insecto 


Silhoueted feet, Ralph GIBSON


¿Qué exaltaré en la tierra que no sea algo tuyo?
A mi lecho de ausente me echo como a una cruz
de solitarias lunas del deseo, y exalto
la orilla de tu vientre.
Clavellina del valle que provocan tus piernas.
Granada que ha rasgado de plenitud su boca.
Trémula zarzamora suavemente dentada
donde vivo arrojado.

Arrojado y fugaz como el pez generoso,
ansioso de que el agua, la lenta acción del agua
lo devaste: sepulte su decisión eléctrica
de fértiles relámpagos.

Aún me estremece el choque primero de los dos;
cuando hicimos pedazos la luna a dentelladas,
impulsamos las sábanas a un abril de amapolas,
nos inspiraba el mar.

Soto que atrae, umbría de vello casi en llamas,
dentellada tenaz que siento en lo más hondo,
vertiginoso abismo que me recoge, loco
de la lúcida muerte.

Túnel por el que a ciegas me aferro a tus entrañas.
Recóndito lucero tras una madreselva
hacia donde la espuma se agolpa, arrebatada
del íntimo destino.

En ti tiene el oasis su más ansiado huerto:
el clavel y el jazmín se entrelazan, se ahogan.
De ti son tantos siglos de muerte, de locura
como te han sucedido.

Corazón de la tierra, centro del universo,
todo se atorbellina, con afán de satélite
en torno a ti, pupila del sol que te entreabres
en la flor del manzano.

Ventana que da al mar, a una diáfana muerte
cada vez más profunda, más azul y anchurosa.
Su hálito de infinito propaga los espacios
entre tú y yo y el fuego.

Trágame, leve hoyo donde avanzo y me entierro.
La losa que me cubra sea tu vientre leve,
la madera tu carne, la bóveda tu ombligo,
la eternidad la orilla.

En ti me precipito como en la inmensidad
de un mediodía claro de sangre submarina,
mientras el delirante hoyo se hunde en el mar,
y el clamor se hace hombre.

Por ti logro en tu centro la libertad del astro.
En ti nos acoplamos como dos eslabones,
tú poseedora y yo. Y así somos cadena:
mortalmente abrazados.


Miguel HERNÁNDEZ, Orillas de tu vientre


Man RAY
Cuando la mujer está sentada, con las piernas extendidas sobre el hombre acostado, de frente y ella se apoya sobre las manos, es la lectura.
Cuando la mujer está sentada, las rodillas flexionadas, sobre el hombre acostado, de frente, el busto echado hacia atrás o no, es el abanico.
Cuando la mujer está sentada de espaldas, las rodillas flexionadas, sobre el hombre acostado, es el trampolín.
Cuando la mujer, reposando sobre la espalda, eleva los muslos verticalmente, es el pájaro-lira. 
Cuando la mujer, vista de frente, coloca sus piernas sobre los hombros del hombre, es el lince.
Cuando las piernas de la mujer están contraídas, las rodillas dobladas a la altura de los senos, es la orquídea. 
Cuando las piernas de la mujer están contraídas y mantenidas así por el hombre contra su pecho, es el escudo. 
Cuando sólo una de las piernas está extendida, es media noche pasada.
Cuando la mujer coloca una de sus piernas sobre el hombro del hombre y extiende la otra pierna, después pone ésta sobre el hombro y extiende la primera y así alternativamente, es la máquina de coser.
Cuando una de las piernas de la mujer se coloca sobre la cabeza del hombre, estando la otra pierna extendida, es el primer paso.
Cuando los muslos de la mujer se elevan colocados uno sobre el otro, es la espiral. 

André BRETON y Paul ÉLUARD, El amor; La inmaculada concepción

Pablo VOLTA, Exposición internacional DADA
 
  La Perra
  



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